En estos días y hasta finales de septiembre de 2024 se exhibe en el Palacio Iturbide, sede del Fomento Cultural Citibanamex, la exposición titulada: Armando Salas Portugal: Crónica de un viaje a Yucatán, 1946. Se trata de una muestra que nos adentra en la amplia y diversa obra de uno de los más destacados fotógrafos mexicanos del siglo XX: Armando Salas Portugal (1916-1995). Una obra que abarca distintos ámbitos como lo arquitectónico, lo industrial, lo urbano, lo arqueológico y de forma preponderante: el paisaje.
De hecho, el paisaje de México será lo que vertebrará sus más de cincuenta años de vida profesional. Un paisaje que desde sus inicios él toma como elemento medular que dota de utilidad social a sus fotografías y le permitió desarrollar y experimentar su sentir estético y artístico. Además de ello, sus fotografías paisajeras son una muestra de una de las riquezas más ocultas de México: La cultura del paisaje. Como es sabido, México ha tenido y tiene literatura que canta y usa el paisaje. Sus pueblos originarios explican sus territorios vitales a través del paisaje. Ha tenido y tiene una pléyade de artistas plásticos que han tomado el paisaje como expresión de su poética artística. Ha tenido y tiene arquitectos/as del paisaje que desde hace al menos cincuenta años si no más, que diseñan espacios públicos y privados, reivindicando una profesión poco valorada. En la fotografía, los ejemplos son muchos desde inicios del siglo XX hasta la actualidad. Sería un listado largo de mencionar. ¿Y qué decir del cine? Ahí está, la obra significativa de Gabriel Figueroa, entre otros más.
En esa cultura del paisaje tan rica a la par que oculta al gran público por razones diversas debe situarse a Salas Portugal de manera protagónica. Aquí incorporando aspectos que van más allá de la belleza como único considerando del paisaje. Una visión decimonónica y arcaica que el fotógrafo Salas supera, intuyendo que la fotografía del paisaje debe tener una función social, una utilidad máxima para el bien nacional.
Así, cuando cuenta con 28 años, probablemente, en 1944 escribirá un manifiesto: ¡Qué los mexicanos conozcan México! Formación del archivo del paisaje mexicano, un documento programático donde plantea su futura tarea basada en la captación los paisajes de distintas zonas del país, entendidos por él, como contenedores de una belleza que debe ser conocida por todos los mexicanos y transmisores de valores económicos, turísticos y educativos. El descubrimiento para la sociedad del territorio mexicano a través del paisaje es lo que se proponía retratar Salas. Así, la captación de paisajes será una pasión vital que cultivará a lo largo de 53 años de carrera profesional a través de los muchos viajes que realizó, retratando más de la mitad del territorio nacional y generando un impresionante legado fotográfico, cerca de 60.000 negativos, que hoy se resguardan en la Fundación que lleva su nombre y de los que el 70% son de paisajes mexicanos.
Esas fotografías de paisajes nos permiten descubrir y documentar a lo largo de cinco décadas, elementos propios de la geografía, de la historia y la cultura del país desde escalas muy cercanas al habitante y al terruño. El paisaje como espejo de lo social y como refrendo de lo cultural se recoge en las fotografías de Salas. Con el paso del tiempo el fotógrafo adquirirá una visión cercana al ecologismo, pues será consciente que lo que retrata se va a perder y que algo se debe hacer para evitarlo. Los mil y un paisajes retratados por Salas son un ejercicio exhaustivo, analítico, extraordinariamente geográfico, a ratos arqueológico, a ratos etnográfico, a ratos propio de un biólogo o de un geólogo. Siempre repleto de poesía visual por cuanto busca extraer la belleza de esos paisajes como necesidad vital del artista. Se trata pues, de una visión del paisaje holística que integra lo perceptual, la visión más íntima de Salas Portugal, con lo observacional y lo descriptivo pues en la psique de Salas hay una necesidad de divulgarlo usando la fotografía como instrumento.
Esa percepción del paisaje que nos ofrece Salas hoy es de una modernidad extraordinaria que ponen su obra en relación con la teoría contemporánea del paisaje. Así, desde su habilidad fotográfica el paisaje, ese concepto geográfico, poliédrico y pleno de aristas, deviene el puente entre el ser humano y la naturaleza. Por un lado, retrata la naturaleza mediada por el accionar del ser humano y a la vez, incorpora al ser humano en esa naturaleza, hoy deseada, aunque en degradación.
Es por ello, que hoy, las fotos de paisajes de Salas Portugal poseen una enorme capacidad didáctica para comprender la relación del ser humano con la naturaleza, nos advierten de los ricos patrimonios bioculturales del país y de la necesidad de conservar el ambiente y la biodiversidad de forma imperativa y urgente ante amenazas como el cambio climático, los excesos extractivistas y la creciente desigualdad.
Además, sus fotos nos aleccionan sobre el derecho irrenunciable a vivir y sentir el territorio de México
a través de sus paisajes, como una parte esencial de ser y estar en este país. Sin saberlo, sus fotos hoy claman por el derecho al paisaje y a un mejor territorio. Ya que el paisaje es un bien común pues todos podemos percibirlo y todos lo podemos observar e interpretar. Por ello, el paisaje es la puerta al territorio, es la entrada perceptiva, única e independiente de cada uno de los habitantes de México a su país.
Finalmente, Salas Portugal fotografiando el paisaje recrea su personalidad viajera, aventurera y extraordinariamente sensible en cuanto a la relación del ser humano con el territorio y con el reflejo de éste que es el paisaje. Unas características éstas, que permiten contextualizar su obra paisajística en la historia de la fotografía mexicana poniéndola a la par, e incluso superándola, de fotógrafos como Charles B. Waite; Winfield Scott; Hugo Brehme, Guillermo Kahlo y William Henry Jackson en cuanto a la representación de paisajes culturales y próxima a Juan Rulfo, Paul Strand o Guillermo Rodríguez Morales en cuanto a la búsqueda esencialista de lo que la percepción del paisaje, íntima y personal puede llegar a transmitir. Salas Portugal se adelante en el uso estético del paisaje y marca camino a fotógrafos más contemporáneos como Antonio Vizcaino, Alfredo De Stéfano, Fernando Cordero, Pepe Soho, Marcela Outside, Roberto Ortiz Giacomán, Felipe López, Sergio Tapiro, Joy Chemonte e incluso a fotógrafos con drones como Santiago Arau. En definitiva, para Salas Portugal el viaje y el paisaje fueron los ejes vertebradores de su poesía fotográfica. De esta nos dejó un enorme legado. En estos días, una muestra de éste lo podemos conocer y sobre todo disfrutar en el Palacio Iturbide de la Ciudad de México.