https://doi.org/10.60647/3s8a-5k75
Por María G. Arenas Muñoz, Luis M. Vásquez De Jesús, Alfonso Díaz
Muchos cuando oímos hablar de marihuana, automáticamente pensamos en abuso de sustancias, fiestas incontroladas, alcohol y “era hippie”. Sin embargo; existe otro lado que muy pocos han explorado, que es el uso medicinal; sí, como lo lees, la marihuana puede utilizarse de manera médica y ayudar a varias personas en diferentes enfermedades. Quédate leyendo y te cuento más sobre este apasionante tema.
Cuando hablamos de marihuana, nos referimos al conjunto de flores, tallos y hojas secas de la planta Cannabis spp, la cual tiene una gran demanda por la población farmacodependiente (Turner y cols., 1980) y es probablemente la más utilizada de las drogas psicoactivas; ya que la facilidad con la que se cultiva ha permitido su distribución a todas partes del mundo.
Sus hojas parecen lanza y el tallo es angular, velloso y puede alcanzar cerca de los 4.5 metros de altura o más. Existen plantas hembra y macho; la planta macho produce en la cabeza una flor que contiene el polen mientras que las plantas hembra tienen flores mucho más pequeñas, en estas sus ovarios están protegidos en estructuras denominadas brácteas las cuales no realizan fotosíntesis, sino que protegen a las flores; un hecho interesante es que las flores no son polinizadas por los insectos sino por el viento. Así, una vez que se ha esparcido el polen, la planta masculina muere a diferencia de la femenina que puede sobrevivir hasta la maduración de las semillas o hasta que las bajas temperaturas la congelen y muera (Iversen, 2008).
La planta de la cual proviene la marihuana pertenece al reino Plantae, división Magnoliophyta, clase Magnoliopsida, orden Rosales, familia Cannabaceae, género Cannabis. Está ampliamente distribuida por las regiones templadas y tropicales del planeta y se encuentra formada por más de cuatrocientos compuestos químicos, sin embargo, varían en número y en cantidad en función del clima, tipo de suelo, variedad cultivada e incluso de la forma en que se haya realizado su cultivo (Ramos Atance y Fernández Ruiz, 2000). Estas variaciones también dependen de la parte de la planta utilizada para su extracción, del modo de preparación de la droga para su consumo, así como de las condiciones en que se haya producido su almacenamiento. Aproximadamente, sesenta de los compuestos, presentan características estructurales comunes y han sido identificados como cannabinoides (Waller, 1971) que son los responsables de ocasionar los efectos psicoactivos característicos de la planta (Mendelson, 1987), entre los cannabinoides más conocidos se encuentran el Δ 9 -tetrahidrocannabinol (Δ 9 -THC), Δ 8 -tetrahidrocannabinol (Δ 8 -THC), cannabidiol (CBD), cannabicromeno (CBC), canabinol (CBN), cannabiciclol (CBL), cannabigerol (CBG) y el monometileter del canabigerol (CBGM), canabielsoina (CBE), canabitriol (CBT), dehidrocanabifurano, canabicitrano, canabiripsol que aparecen en cantidades diferentes según la variedad de Cannabis valorada (Turner y cols., 1980). De estos, el principal componente psicoactivo de la marihuana es el Δ 9 -THC el cual se concentra principalmente en la resina que se segrega en forma de gotas pegajosas a partir de las glándulas de las bracteas de la planta hembra. Esta resina actúa como un barniz natural que tiene la función de proteger a las hojas y flores de la desecación en los lugares cálidos que es donde la mayoría de estas crecen (Iversen, 2008) en la siguiente tabla se presentan los principales cannabinoides obtenidos de diferentes preparaciones.
A pesar del uso recreativo que se le ha dado a la Cannabis spp., también se debe mencionar que durante siglos se ha utilizado en la práctica médica (Robinson, 1996). En la India se utilizaba la resina y las hojas debido a sus propiedades sedativas, refrescantes y antipiréticas (Chopra y Chopra, 1957), otros la recomiendan para conciliar el sueño y por lo tanto se hacía uso de ella como anestésico para cirugías. El hachis lo usaban para tratar la gonorrea, diarrea y asma. A principios del siglo XIX, aparecieron algunos reportes de médicos europeos sobre el uso de Cannabis spp.; sin embargo, la introducción definitiva de dicha planta en la medicina occidental se debe al trabajo de William B. O´Shaughnessy publicado en 1839 (Zuardi, 2006). Por tanto, el estudio de las propiedades físicas y químicas de la planta así como su farmacocinética, permite el desarrollo de agentes que modifican el transporte o metabolismo y que pueden incrementar su actividad para así aprovechar los diferentes efectos hipnóticos, analgésicos, antieméticos, antiasmáticos, antihipertensivos, inmunomoduladores, antiinflamatorios, antiepilépticos y neuroprotectores que se ha propuesto tiene la planta (Netzahualcoyotzi-Piedra y cols., 2009).
La marihuana y los demás productos provenientes de la Cannabis spp., producen cambios tanto fisiológicos como psíquicos en las personas consumidoras de estos debido a que en el cerebro tenemos las proteínas, conocidas como receptores, que se encargan de desencadenar los efectos recreativos. Es por esto que a inicios de la década de los noventa comienza una exhaustiva investigación acerca de un nuevo sistema. Fue en 1990 cuando Matsuda y cols., descubren al receptor CB 1 en el cerebro y en 1993 Munro y cols., descubren al CB 2 en las células inmunes del sistema periférico.
Con el descubrimiento de estos receptores, surgió una nueva idea, si existen receptores en el organismo en los que los canabinoides se unen y ejercen un efecto, entonces deben existir sustancias naturales que se unen a los receptores a canabinoides y desencadenar el mismo efecto, pero de manera natural. Para responder a esto, Devane y cols., en 1992 aislaron de un extracto de cerebro de cerdo, un compuesto lipídico derivado del ácido araquidónico y que puede unirse a los receptores a canabinoides CB 1 ,a esta sustancia se le denominó n-araquidoniletanolamina o anandamida (AEA), el cual se convirtió en el primer endocanabinoide aislado. Posteriormente se aisló al 2- araquidonilglicerol (2-AG) a partir de un intestino de perro (Mechoulam y cols., 1995), este compuesto lipídico puede unirse al otro receptor del sistema endocanabinoide, el CB 2 , así se descubrieron los dos compuestos que juegan el mismo papel de la marihuana pero de manera endógena.
Se han descubierto otras estructuras parecidas a la AEA, entre las que se encuentran el 2-araquidonilglicerileter (noladin éter), el O-araquidoniletanolamina (virodamina) y la N-araquidonildopamina (NADA), sin embargo, su función sobre los receptores a canabinoides no es completamente clara.
Como se ha mencionado, el THC no solo es utilizado a nivel recreativo, sino que tiene utilidad terapéutica, se han sintetizado fármacos a base de canabinoides sintéticos que solo se pueden obtener bajo prescripción médica y que han sido de gran utilidad para pacientes de diversas enfermedades. Los primeros de estos fármacos, son los utilizados para el tratamiento de las náuseas y vómitos ocasionados por quimioterapia, también se usan en la esclerosis múltiple y en tratamientos antiobesidad.
Las náuseas y el vómito son síntomas que surgen por una gran variedad de factores como enfermedades gastrointestinales, anormalidades metabólicas y también por algunos fármacos. La quimioterapia que se realiza sobre los pacientes con cáncer, hace uso de agentes citotóxicos que también provocan este efecto indeseable en los pacientes a los que, de manera normal se les recetan antieméticos para disminuirlo, sin embargo, existen pacientes a los que el uso de antieméticos normales no les proporciona mejoría alguna por lo cual la necesidad de obtener nuevos fármacos que mejoren la calidad de vida de estos pacientes es esencial. El Dronabinol (Marinol) y la Nabilona (Cesamet) fueron los primeros fármacos derivados de la marihuana que se probaron a finales de 1970 y principios de 1980. Después de estrictas pruebas de control clínico, estos fármacos han demostrado que tienen una potencialidad importante en comparación con los medicamentos utilizados normalmente contra náuseas y vómito (Iversen, 2008).
El Dronabinol es el nombre que se le dio al compuesto sintético del Δ 9 -THC, y comercialmente se le conoce como Marinol, este, se caracteriza por ser un compuesto viscoso, amarillo (en forma pura) y, como todos los canabinoides, es insoluble en agua (Iversen, 2008), por tanto la forma farmacéutica en la que se puede presentar para su comercio ha sido difícil de encontrar. Ahora la forma más común por la cual se administra este cannabinoide sintético es por vía oral a través de cápsulas de gelatina en donde el Δ 9 -THC es disuelto en aceite de sésamo. Otro de los fármacos cannabinoides utilizados para tratar las náuseas y el vómito es la Nabilona o comúnmente conocida como Cesamet.
La Nabilona aunque se asemeja a los cannabinoides, no es un tetrahidrocannabinol, tiene un peso molecular de 372 que a diferencia del dronabinol es un cristal estable que se encuentra en forma de cápsulas sólidas para su consumo oral (Iversen, 2008). Aunque el uso de cannabinoides sintéticos ha tenido un gran auge en este tipo de tratamientos, es necesario indicar que la aparición de antagonistas de los receptores a serotonina (5HT 3 ) ha sido una estrategia mucho más útil y con menos efectos adversos que los observados con el dronabinol o la nabilona (Parker y Limebeer, 2008). Sin embargo, existen estudios donde se han realizado coadministraciones de antagonistas 5HT 3 y dronabinol y se ha observado una disminución en las náuseas y vómito mucho mayor durante la etapa inicial y final de estos reflejos, sugiriendo que la coadministración de canabinoides con algún otro fármaco más selectivo puede mejorar la calidad de vida de los pacientes con cáncer e incluso de los que son sometidos a anestesia general para alguna cirugía (Tramer y cols., 2001).
En el intestino contamos con receptores CB 1 , los cuales son los encargados de controlar la movilidad intestinal (Pertwee, 2001), por lo cual al actuar el Marinol sobre estos receptores, se presenta el efecto antiemético, sin embargo, también pueden actuar de manera central para disminuir estos reflejos; estos es porque en el complejo dorsal vagal del cerebro (CDV) que se encarga de controlar las náuseas y el vómito, existe una gran cantidad de receptores CB 1 , por tanto la activación de estos receptores disminuye la actividad de este complejo y los reflejos antes mencionados disminuirán debido a que la quimioterapia inducida por cisplatina incrementa la expresión de c-fos y el tratamiento con cannabinoides sintéticos disminuyen esta expresión (Van Sickle y cols., 2001). Un hecho interesante es que el sistema serotoninérgico –que juega parte importante en el desarrollo de las náuseas y vómito- tiene una importante presencia en el CDV y que el sistema endocanabinoide es una especie de freno en cuanto a la síntesis de serotonina (5HT 3 ); esto, nos explicaría el por qué del uso de antagonistas serotoninérgicos en conjunto con algún cannabinoide, pues este actuaría sobre los receptores CB 1 lo cual inhibe la síntesis de 5HT 3 y los antagonistas de los receptores serotoninérgicos no permitirían la acción de la 5HT 3 que pudiera estar actuando sobre estos y el mecanismo de náuseas y vómito disminuirían de manera más efectiva que el uso individual de estos agentes.
Otro fármaco elaborado a base de cannabinoides es el Sativex. Se aprobó en junio de 2005 por el gobierno de Canadá como tratamiento para el dolor neuropático de la esclerosis múltiple; en agosto de 2007 se aprobó para pacientes con cáncer cuyos dolores no se atenúan con el tratamiento clásico a base de opioides. Una sola administración de Sativex produce sus efectos de 15 a 40 minutos y en estudios realizados con pacientes se ha referido una mejoría mayor que con el tratamiento con opioides. A pesar de la mejoría que estos pacientes refieren también se deben tomar en cuenta algunas restricciones, pues en la forma farmacéutica, Sativex se encuentra disuelto en una mezcla de terpenoides, etanol y propilenglicol, por lo cual pacientes que sean propensos a alguna reacción alérgica por parte de alguno de estos excipientes no podrán hacer uso de este medicamento. Además, se deben considerar los efectos adversos como mal sabor de boca, escozor bucal, boca seca, mareos y fatiga.
Como nos podemos dar cuenta, los cannabinoides tienen una gran importancia terapéutica y vale la pena continuar las investigaciones para seguir dilucidando todos los usos que se le pueden dar a la planta de la marihuana. Entonces si nos volvemos a preguntar ¿La marihuana es amiga o enemiga? ¡Todo depende del cristal con que lo veas!