El olfato se encarga de percibir y procesar los olores. Este proceso se lleva a cabo por el sistema olfatorio que percibe los olores en las células especiales llamadas receptores olfativos, pasan por los bulbos olfatorios para que esta información sea llevada a regiones límbicas del cerebro como son el hipocampo y la amígdala. Tradicionalmente, se pensaba que este sistema sensorial antiguo sólo servía como un sistema de alerta. Ahora conocemos la participación de este sistema en procesos emocionales como la depresión.
La depresión mayor (DM) es un problema grave de salud pública a nivel mundial con tasas elevándose a niveles alarmantes de forma constante. En particular, pacientes con DM han mostrado una capacidad olfativa reducida. Por el otro, la sensibilidad química múltiple (SQM) es un fenómeno cada vez más observado en poblaciones urbanas, la cual resulta en alteraciones emocionales, entre otros efectos. Con el antecedente de las alteraciones olfativas observadas en la DM, ha aparecido el modelo de la bulbectomÍa olfatoria (OBX) en roedores, esto como un modelo animal de estudio, el cual imita muchas características observadas en pacientes con DM. La OBX en roedores responde a 4 de 6 teorías que tratan de explicar este desorden, lo cual lo hace un modelo de depresión altamente atractivo para continuar realizando estudios preclínicos.
El sistema olfatorio es una modalidad sensorial evolutivamente antigua con conexiones con la parte más primitiva del cerebro: el sistema límbico (Wilson & Stevenson, 2003). Este sentido capta los distintos olores del medio y dada la alta cantidades de olores, este es un proceso bastante dinámico que requiere modificaciones constantes, entre ellas, la integración continua de nuevas neuronas. Sus funciones son muy variadas, por ejemplo, es un sistema de alerta en el caso del metanotiol (que se agrega al gas butano doméstico) para detectar posibles fugas. En mamíferos, el olfato es crítico para distintos procesos fisiológicos como lo son: sincronización del ciclo estral, el establecimiento de jerarquías sociales, elección de pareja o el reconocimiento materno, entre otros. Recientemente, el grupo de Mogil observó que compuestos axilares secretados por machos (humanos u otras especies) produce una inhibición del dolor en roedores, a este fenómeno se le conoce como analgesia inducida por estrés (Sorge et al., 2014). Esto es, ya que los roedores procesan la información como un intruso agresor y están listos para escapar. Adicionalmente, los aromas son un componente importante del sabor de los alimentos, cuando estamos resfriados (con la nariz tapada) dejamos de percibir todo el sabor de la comida.
La relevancia del sentido del olfato se basa en que anatómicamente los bulbos olfatorios están conectados con el sistema límbico, en particular con el hipocampo y la amígdala (Kelly, Wrynn, & Leonard, 1997), regiones encargadas de procesamiento emocional. En la cavidad nasal se encuentra el epitelio olfatorio, ahí se localizan las células receptoras olfativas que envían la información desde los cilios hasta el bulbo olfatorio. Los bulbos olfatorios reciben esta información y la envían a regiones distales como el hipocampo y la amígdala.
Por otra parte, se sabe que la depresión mayor (DM) es un trastorno mental común que afecta a más de 300 millones de personas a nivel mundial (WHO, 2012). Bajo algunas métricas, la DM es considerada la primera causa de discapacidad a nivel mundial y las limitaciones farmacoterapéuticas con los antidepresivos actuales hacen de este desorden un problema de salud pública mayor. La pandemia de COVID-19 ha hecho que la DM se haya incrementado a nivel global (Thompson et al., 2022).
Se ha encontrado que pacientes con DM presentan una disminución del sentido del olfato, lo que se conoce como anosmia (Gross-Isseroff et al., 1994; Lombion-Pouthier, Vandel, Nezelof, Haffen, & Millot, 2006). La anosmia puede ser un síntoma temprano de la DM y puede empeorar a medida que este desorden se vuelve más grave. Por otro lado, la pérdida del olfato puede aumentar el riesgo de desarrollar depresión (Morales-Medina et al., 2017). La pérdida de este sentido puede afectar negativamente la calidad de vida de una persona y limitar su capacidad para disfrutar de placeres cotidianos, lo que puede llevar a sentimientos de tristeza, ansiedad y desesperanza. Por último, el establecimiento de humanos en grandes urbes conlleva a la generación de muchos contaminantes entre los que destacan pesticidas, perfumes, detergentes, entre otros agentes volátiles que pueden causar sensibilidad química múltiple (SQM) en humanos. LA SQM puede resultar en una gran cantidad de síntomas y problemas de salud entre las que destacan la ansiedad, depresión y enfermedades neurodegenerativas (Palmieri et al., 2021).
Se cree que la relación entre el olfato y la depresión se debe a la conexión entre el sistema olfatorio y el sistema límbico, que es responsable de la regulación emocional. En particular, los bulbos olfatorios están conectados con regiones límbicas entre las que se incluyen a la amígdala y el hipocampo, las cuáles son regiones afectadas en personas con DM.
Los modelos animales son herramientas útiles para mejorar nuestro conocimiento de diferentes enfermedades, entre ellas los desórdenes emocionales. El modelo de la bulbectomía olfatoria (OBX) en roedores se ha convertido en un modelo bastante utilizado en estudios preclínicos ya que estos animales presentan alteraciones conductuales, neurológicas, inmunológicas y endocrinas similares a las observados en pacientes con depresión mayor (Kelly et al., 1997; Morales-Medina, Iannitti, Freeman, & Caldwell, 2017). En particular, la relevancia de este modelo se basa en que el tratamiento repetido de antidepresivos tradicionales revierten las alteraciones conductuales solo cuando se administran de forma repetida, condición que se observa en DM (Morales-Medina et al., 2017).
Existen varias teorías para explicar la depresión, de ellas, el modelo OBX ha podido explicar la teoría inmunológica, monoaminérgica, endocrina y neurogenética (Jesulola, Micalos, & Baguley, 2018). Continúan existiendo muchos retos para el campo, entre los que destacan estudios utilizando ambos sexos, la búsqueda de nuevos blancos terapéuticos para el tratamiento efectivo de la DM así como las comorbilidades que existen entre la DM y otras enfermedades mentales y físicas.
Por último, es importante destacar que la relación entre la pérdida del sentido del olfato y la depresión es compleja y aún se está investigando.