Palabras claves: mente, animales no-humanos, lenguaje
Resumen
El objetivo de este trabajo es mostrar un breve bosquejo de lo que los recientes trabajos en filosofía de la mente han permitido teorizar y problematizar acerca de la actividad mental de los animales no humanos. El texto busca ser conocido y presentar las tres principales razones por las cuales es posible afirmar que los animales no-humanos son seres con capacidad de pensar.
Desarrollo
La pregunta con la que parte este artículo necesita de distintas disciplinas para una posible respuesta. No es necesario enumerar las diversas ramas y estudios que intervienen en el estudio etológico. Lo que se hará en este trabajo es un acercamiento desde la perspectiva filosófica que permita mostrar las dificultades de las cuales se parte al realizar un acercamiento al estudio de distintos tipos de mentes que no corresponden a las del ser humano.
Tomemos como simples ejemplos el caso de una abeja y el de un pulpo. En ambos seres la interacción con el entorno, es decir, sus sentidos, están determinados por los objetivos e intereses que tienen en el mundo. Sin embargo, existen coincidencias en su comportamiento que podrían presentarse a una similitud a lo que conocemos de los seres humanos.
En investigaciones recientes (Bateson y Wright, 2011) se ha podido observar que las abejas presentan una emoción similar a la ansiedad de los seres humanos, o que los pulpos tienen intereses lúdicos (Godfrey-Smith, 2017). Desde el punto de partida, se presenta entonces el problema de la interpretación antropomórfica1 de los comportamientos animales. No obstante existen posturas filosóficas que recientemente se han dado a la tarea de problematizar esta situación y presentar enfoques nuevos e interdisciplinarios en la investigación acerca de otras mentes.
Las neurociencias estudian el fenómeno de la consciencia desde los elementos materiales y químicos del sistema cerebral. Sin embargo, el problema filosófico a dicho enfoque consiste en cuestionar el aparecer de algo no material como la conciencia de un medio material como lo es el cerebro o el cuerpo. Incluso algunas posturas filosóficas, como el eliminativismo, proponen que no existe realmente la mente y que lo que ésta es podría reducirse al funcionamiento y constitución del medio material.
Sin embargo, si esto es cierto, seres con cuerpos y cerebros distintos al ser humano podrían no tener consciencia. Lo que las observaciones presentan es que esto no es así y efectivamente parecieran tener pensamientos conscientes. Otras posturas filosóficas aceptan que existe consciencia, pero sostienen que es un elemento que existe a partir de la capacidad lingüística del ser humano. Es decir, hay consciencia porque hay lenguaje. La objeción aquí es que incluso seres humanos que no tienen lenguaje, como los bebés, o los sordos de nacimiento, se les negaría la capacidad de tener consciencia o pensar.
¿Estamos hasta este punto relacionando la consciencia a la capacidad de pensar? No del todo, ya que visto desde la perspectiva de las posturas filosóficas recientes, pensar no es una actividad únicamente cognitiva. Pensar es incluso reconocer el medio en el que se habita, de la propia corporalidad y las capacidades que tenemos para desarrollarnos e interactuar con este.
Ante este panorama se presentan un grupo de perspectivas filosóficas que vinculadas entre sí, y de la mano de las investigaciones recientes en etología, permiten un acercamiento que presenta una nueva perspectiva a la capacidad de interacción entre la “mente” de los animales y su entorno. Debido a la extensión propia de esta problemática se describirán dos ejes imprescindibles para la consideración del pensamiento animal: a) la referencia que tienen los pensamientos o entidades mentales hacia los objetos del entorno y b) el funcionalismo como explicación de los estados mentales2.
La cuestión de la referencia tiene larga tradición en la historia de la filosofía. Pero puede aceptarse como explicación clásica la propuesta aristotélica de acuerdo con la cual los pensamientos se corresponden con las palabras y estos con los objetos. De esta manera, los pensamientos están estructurados en forma lingüística y estos se relacionan con el mundo mediante la referencia. Sin embargo, qué sucedería si se considerara que no se necesita del lenguaje para tener pensamientos.
El filósofo alemán Ditier Lohmar, siguiendo el pensamiento de Edmund Husserl, propone que los pensamientos son un ejercicio de operar con símbolos. En este caso, el primero propone que existe una gran diversidad de símbolos y representaciones mentales con las que se puede operar y llegar a un determinado fin. Ejemplo de ello son lo que llama fantasmas escénicos, lo cual consiste en imágenes mentales no lingüísticas con las que podemos realizar el acto de pensar.
Este planteamiento supone la posibilidad de que el pensamiento no sea necesariamente lingüístico y que además tenga una relación de referencia con objetos y eventos del entorno. En este caso, contrario a las posturas filosóficas tradicionales, los seres no lingüísticos como los animales, podrían tener pensamientos. La referencia por lo tanto, consiste en un relación entre un ser particular y el entorno. Además, es útil mencionar que para posturas externalistas en filosofía del lenguaje, el significado —y esto incluye representaciones no lingüísticas— es algo que se construye entre una comunidad, los intereses y deseos del individuo y el entorno.
El segundo aspecto importante a considerar es lo que se conoce como funcionalismo en la filosofía de la mente. El funcionalismo es una hipótesis explicativa de los estados mentales que busca superar el materialismo —la explicación de que no existen fenómenos mentales, sino únicamente procesos cerebrales e interacciones químicas— y también el conductismo, la postura mediante la cual todo lo que se puede conocer de los procesos mentales es mediante la conducta de los individuos.
Así el funcionalismo puede explicarse en tres etapas. Una entrada perceptual, este es el momento en que el entorno o parte del entorno es percibido por el agente. Esta entrada genera una respuesta mental; es decir, un proceso evaluativo que puede ser el pensamiento, el miedo, el dolor, la alegría, la expectativa etc., finalmente se da una salida conductual. Esta manera de proceder se debe a que el sufrimiento y auge del funcionalismo se dio principalmente en las décadas donde se comenzaba a estudiar a fondo la teoría computacional y la informática.
Sin embargo, el andamiaje conceptual del funcionalismo resulta útil en la actualidad para establecer pautas y modelos de interpretación del comportamiento y la mente de los individuos. Recientemente, Hilary Putnam (2016), el filósofo que propuso esta postura teórica sostuvo que el funcionalismo puede ser la base interpretativa de una gran variedad de comportamientos y procesos mentales en un ilimitado número de individuos.
Lo que debe a tomarse en consideración desde esta perspectiva es que no es posible aceptar un reduccionismo experimental ni interpretativo. Es decir, la filosofía necesita el avance de la biología, la química, la física y el estudio del cerebro para realizar investigaciones que sean amplias y acordes a las problemáticas a resolver. En pocas palabras, lo que pide el funcionalismo para realizar las descripciones y plantear los problemas necesarios para la investigación es la interdisciplinariedad entre las áreas interesadas en el estudio del cerebro y la mente.
Sin embargo, ya pasada la descripción realizada aún queda por responder la pregunta de si los animales no humanos piensan. La dificultad no está en responder de manera afirmativa, sino en proporcionar argumentos y evidencia que sirva de base a dicha respuesta. Es decir, nos colocamos a lo que en filosofía se conoce como “el problema más difícil de la consciencia”, es decir, explicar como es que organismos completamente distintos al ser humano pueden tener consciencia.
La respuesta funcional a tal cuestión es básicamente que los animales-no humanos tienen entradas perceptivas, hay un proceso interno que podría describirse como mental y finalmente una salida conductual. Es cierto, los animales no-humanos tienen representaciones mentales que pueden interpretarse como pensamientos.
Finalmente, hay una consideración final que podría considerarse como el elemento que cohesiona lo dicho hasta aquí. La fenomenología es una postura filosófica que tiene como objetivo describir las vivencias que los seres sintientes tienen en la conciencia. Es decir, la manera en que los objetos y eventos del entorno aparecen a la experiencia.
A inicios del siglo XX el filósofo moravo Husserl propuso que las vivencias y los objetos eran intencionales a la conciencia. La intencionalidad en la filosofía de Husserl consiste en que lo que se presenta a la conciencia lo hace desde una manera particular. Es decir, lo que experimentamos nunca es ajeno a nosotros o quien lo percibe. De la misma manera, la fenomenología acerca la relación que existe entre el mundo y el cuerpo de los sujetos.
Tanto desde la óptica funcionalista como desde la fenomenología, el problema es poder afirmar si existen mentes que no sean humanas, y en este caso ¿cómo es su forma de ver el mundo? si su percepción de la realidad es distinta, ¿cómo es la manera en la que elaboran sus pensamientos? ¿tienen alguna forma de agrupación lógica? Existen muchas preguntas que permanecen sin respuesta.
La labor filosófica permite abordar la vía de distintos estudios experimentales y ayudar a plantear los problemas existentes que necesitan una respuesta. Mientras tanto con el esquema teórico esbozado aquí en líneas generales puede afirmarse que los animales no-humanos —una gran variedad de especies, incluso algunos insectos— tienen emociones y pensamientos.
Notas al pie: