Voces de Expertos
por
Andrea González Medina
Debates sobre trabajo doméstico
19
de
June
de
2024
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El trabajo doméstico es parte esencial en la organización de nuestras sociedades contemporáneas, pese a que aparece como un fenómeno oculto. A pesar de la importancia del fenómeno, generar una aproximación a la categoría de trabajo doméstico no es una tarea sencilla. Discutir la categoría implica debatir sobre tres aspectos centrales, a decir, el abordaje teórico, metodológico y las posturas práctico-políticas que buscan su transformación. Respecto al abordaje teórico, el debate se centra en establecer fronteras conceptuales en torno a lo que se considera “trabajo”, proveniente de las lecturas de la economía neoclásica y de la economía política marxista, las cuales niegan al trabajo doméstico como trabajo. En la búsqueda del reconocimiento del trabajo doméstico como trabajo, el feminismo desembocó en posturas como la economía del género o la economía feminista que originaron una polisemia de categorías. Por otra parte, los enfoques metodológicos se enfrentan a la disputa de los marcos cuantitativos y cualitativos. Se discutirán sus ventajas y desventajas en la aproximación al fenómeno. Finalmente, la visibilización del trabajo doméstico ha permitido plantear discusiones de carácter práctico-político que ponen sobre relieve su relación con el Estado y el mercado, así como su reconfiguración mediante dispositivos más justos. Palabras clave: trabajo doméstico, abordaje teórico, enfoques metodológicos.

30/03/2024

¿Alguna vez te has preguntado cómo reproduces tu existencia de manera cotidiana? ¿Has cuestionado cuáles son las actividades de las cuáles es imposible prescindir para poder sobrevivir? ¿Has examinado qué pasaría si no se cocina durante una semana? ¿Qué sucedería si no hay víveres suficientes en la alacena? ¿Qué sucedería si se dejan los platos sucios en el fregadero? ¿Qué pasaría si no se limpia la casa por dos semanas? ¿Qué pasaría si no se lava la ropa durante un mes?  ¿Se podría dejar de comer? ¿Sería posible vivir en un medio insalubre? Es importante realizar estas preguntas, porque tal parece que dichas actividades se han incrustado en nuestra cotidianeidad a tal grado que no existe un cuestionamiento para comprender por qué forman parte de la rutina cotidiana y cómo pueden ser nombradas. Son acciones que parecen suceder como algo normal, lo que poco a poco las ha ido dotando de un sentido de invisibilidad, pese a que son elementos indispensables para la reproducción de la vida. Los feminismos se han esforzado por comprender dicho fenómeno y nombrarlo, de tal modo que han abogado por categorizar a aquellas actividades como lavar, planchar, limpiar, etcétera, como trabajo doméstico.

Cotidianamente, nosotros no solemos nombrar al trabajo doméstico como trabajo. Esta situación ha sido traspuesta al ámbito académico, donde su reconocimiento ha resultado problemático, desembocando en debates que apuntan a la historicidad del fenómeno, así como a la heterogeneidad de teorías y categorías, provenientes principalmente de la economía neoclásica y la economía política marxista para alcanzar su abordaje. Desde el punto de vista del presente trabajo, existen cuatro limitaciones dentro de los esquemas convencionales de los estudios del trabajo que han impedido tematizar al trabajo doméstico como trabajo.

La primera limitación reside en pensar el objeto de trabajo. En tal medida, la categoría de trabajo se ha encontrado profundamente arraigada a la idea de la producción de valores de uso, perspectiva altamente impulsada por los enfoques de la economía política marxista. Esto impide reconocer que el objeto de trabajo no necesariamente se encuentra ligado a ámbitos materiales, sino que es posible apelar a la producción de sujetos. Así, el trabajo doméstico se encontraría ligado no únicamente a la producción de la fuerza de trabajo que opera como valor de uso productora de otros valores de uso o a la producción de consumidores, sino a la producción de la población en general. Una segunda limitación hace referencia al ámbito de la actividad. En esta medida, la lectura de la categoría de trabajo se ha enfrentado a lecturas tanto transontológicas como transhistóricas. En tal sentido, delimitar la categoría de trabajo a una actividad única impide aprehender el conjunto de actividades que involucra el trabajo doméstico, tanto materiales –tales como lavar, limpiar, cocinar–, como inmateriales asociadas a los aspectos afectivos y del cuidado. Asimismo, la lectura en términos de empleador/empleado o de burguesía/proletariado impide captar las múltiples interacciones que advienen del trabajo doméstico profundamente asociadas con las formas de organización en el ámbito familiar.

Para poder darle la vuelta al economicismo, el feminismo ha propuesto diferentes vertientes de abordaje respecto al trabajo doméstico. Amaia Pérez Orozco ha planteado la distinción entre economía del género y economía feminista. La autora apunta a la adopción del segundo enfoque al construir una crítica a la visión hegemónica de la economía, la cual ha negado a las mujeres el estatuto de agentes económicos. Es importante subrayar que la economía feminista posee un carácter crítico respecto a la forma en cómo se producen las relaciones dentro del modo de producción capitalista. Lo que en autores como Franz Hinkelammert o Enrique Dussel ha sido entendido como el conflicto capital/vida es redefinido por la economía feminista mediante una ampliación de lo que involucra lo económico y sus formas de abordaje. La autora sostiene que “la economía feminista redefine el conflicto capital/trabajo (asalariado) identificado por el marxismo como un conflicto capital-vida (o capital/trabajo, en el sentido amplio de trabajo e indisoluble de la vida antes comentado)” (Pérez, 2006, p. 186).

A pesar de los esfuerzos para redefinir la categoría de trabajo, la economía feminista ha encontrado sus propias paradojas a la hora de reelaborar dicha categoría. Así, es necesario considerar dos aspectos. El primero reside en el hecho de que no es posible abordar el trabajo doméstico desde un punto de vista unívoco, por lo que diferentes categorías han emergido expresando el carácter polisémico del mismo. El segundo aspecto tiene que ver con la complejidad del concepto, hecho que adviene de la propia complejidad del fenómeno, en la medida en que dicha actividad es desarrollada por diferentes sujetos, en una diversidad de contextos precarios, a modo de remuneración o no remuneración y, por supuesto, a tiempo completo o parcialmente. De este modo, categorías como trabajo doméstico, trabajo necesario, trabajo afectivo, modo de producción doméstico y trabajo del cuidado han entrado en escena para abordar diferentes aristas del trabajo doméstico.  

Otra de las problemáticas que impone el análisis del trabajo doméstico es el clásico debate respecto a la objetividad y la subjetividad. Si bien, en la actualidad, existen diferentes síntesis teóricas que apuntan a la intersección de ambas vertientes, lo cierto es que la herencia positivista dejó su huella impregnada al momento en el que la legitimidad de los estudios sobre trabajo doméstico se busca a partir de la materialidad de las tareas y su medición. En este contexto, surgió el clásico debate metodológico en términos cuantitativos y cualitativos. Dentro de las posturas cuantitativas se encuentran las encuestas de uso del tiempo, así como los estudios de cuenta satélite de la producción doméstica. Así, es necesario señalar que, a pesar de que los intentos de medición toman auge en el siglo XX y los estudios cuantitativos han abierto una puerta importante para la visibilización del trabajo doméstico, existen muchos sesgos metodológicos y aspectos que no es posible tematizar.

En tal medida, la postura teórica del trabajo del cuidado sostiene que es mucho más simple captar, medir y categorizar actividades como lavar o cocinar que aquellas que implican soporte y cuidado emocional. Así, la economía del cuidado ha criticado los enfoques de medición y cuantificación del trabajo doméstico. Como principales ventajas reconoce la posibilidad de conocer a grandes rasgos el ciclo vital de las familias, cuáles son sus patrones de comportamiento, al mismo tiempo que abona a la comprensión respecto a los patrones no únicamente de desigualdad económica, sino de desigualdad de género (Carrasco et al., 2011). Sin embargo, las desventajas son contundentes. Éstas hacen referencia a que únicamente se obtiene información respeto a la medición en términos de horas y minutos, no permite observar el contexto social y emocional, asimismo, no es posible reconocer que múltiples tareas son realizadas al mismo tiempo (Carrasco et al., 2011). El trabajo de cuidado con su categorización ha abierto el análisis de la dimensión subjetiva y emocional del trabajo doméstico que lo distinguen del trabajo medido y pagado analizado habitualmente por el pensamiento económico ortodoxo. La economía del cuidado sostiene que la medición temporal solamente capta algunas de las múltiples tareas que involucra el trabajo doméstico, impidiendo el análisis de aspectos de carácter subjetivo. Por ello, el trabajo del cuidado ha puesto sobre la mesa la necesidad de colocar el análisis de la vida cotidiana en el centro.

Por otra parte, el trabajo doméstico es un producto histórico de relaciones capitalistas (Federici, 2010) y que se encarna en una serie de relaciones de poder a partir de la organización de jerarquías raciales, generacionales, étnicas y de género. Esta forma de gestión del trabajo doméstico no es ahistórica y, por ende, es posible transformarla. Dentro del feminismo, se han conjugado al menos dos estrategias políticas para luchar contra los procesos de privatización del cuidado. La primera línea de lucha ha sido enmarcada por el feminismo marxista, el cual consolidó la Lucha por el Trabajo para el Salario Doméstico que partió de la necesidad de reconocer al trabajo doméstico como trabajo, para reconocer a las mujeres que realizan trabajo doméstico como clase trabajadora y, a su vez, plantear la relación entre la clase trabajadora y el capital (Federici & Austin, 2019). Así, era posible demandar un salario al Estado, en tanto que éste encarna las relaciones con el capital. Otra línea activista ha sido abierta por la economía del cuidado, la cual propone hacer una lectura de este en términos de la relación Estado, mercado y hogares. El social care subraya que el Estado de bienestar debe contemplar el bienestar cotidiano (Blazek et al. 2010).

En suma, el presente trabajo ha intentado dar un panorama general respecto a las lecturas teóricas, metodológicas y activistas en torno al trabajo doméstico. El objetivo ha sido no únicamente familiarizar al lector con los debates impregnados de perspectivas académicas, sino que pueda cuestionarse el quién, cómo, dónde, y cuándo se satisfacen sus necesidades de cuidado. De tal modo, sería posible que se repiense cómo se configura nuestra relación con dicha actividad y, así, plantear otros horizontes práctico-políticos que gestionen un sistema de cuidados más justo.

REFERENCIAS

Blazsek, A., Linardelli, M., García D. & Diez, M. (2016). Debatiendo sobre el trabajo y los cuidados: ¿De qué hablamos cuando nos referimos al trabajo de cuidados? Jornadas Nacionales de Investigación en Ciencias Sociales de la UNCuyo. Perspectivas actuales en la investigación en ciencias sociales (pp.1-12). Universidad Nacional de Cuyo. Mendoza, Argentina.

Carrasco, C., Borderías, C. & Torns, T (2011). El trabajo de cuidados: antecedentes históricos y debates actuales. En Carrasco, C., Borderías, C. & Torns, T. El trabajo de cuidados: historia, teoría y políticas (pp.13-96). México: Icaria editorial.

Federici, S. (2010). Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación primitiva. España:  Traficantes de sueños.

Federici, S. & Austin, A. (2019). Introducción: Salario para el Trabajo Doméstico desde una perspectiva histórica. En Federici, S. & Austin, Salario para el Trabajo Doméstico Comité de Nueva York 1972-1977 Historia, teoría y documentos (pp. 13-46). México: Tinta Limón Ediciones.

Pérez, A. (2006). Perspectivas feministas en torno a la economía: el caso de los cuidados.  España: Consejo Económico y Social.

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