Por Guadalupe Rosas Alejo y Celso Enrique Cortés Romero
Introducción
La DMT2 es un serio problema de salud pública en México y ocupa uno de los primeros lugares como causa de consulta médica y de mortalidad en nuestro país (INEGI, 2021).
Se trata de una enfermedad metabólica caracterizada por niveles elevados de glucosa (azúcar) en sangre, que con el tiempo conduce a daños graves en el corazón, vasos sanguíneos, ojos, riñones y nervios (OPS, 2022).
Se estima que alrededor de 463 millones de adultos de entre 20 y 79 años tienen la enfermedad. Representando el 9.3% de la población mundial en este grupo etario, (Russo et al., 2023). En México, según datos del Informe Trimestral de Vigilancia Epidemiológica Hospitalaria de DMT2, durante el primer trimestre de 2023 se registraron 10,102 ingresos de pacientes diagnosticados con DMT2 (Informe Trimestral de Vigilancia Epidemiológica Hospitalaria, 2023).
Es bien sabido que el tratamiento multidisciplinario de la DMT2 es un factor clave para la sobrevida de los pacientes; sin embargo, a pesar de que las principales complicaciones de la diabetes son causa de muerte o discapacidad, la población en general tiene y transmite mitos y/o creencias relacionadas con dicho padecimiento. Los mitos se definen como historias compartidas, forman parte de una identidad cultural y tienen una fuerte influencia sobre el estilo de vida. Su aceptación se relaciona con la búsqueda de tratamientos que curen las enfermedades (Fonseca et al., 2018). Los mitos o creencias populares relacionados con algún tratamiento carecen de sustento (Robles et al., 2019), llegando a afectar la salud de las personas que se entregan por completo a una recomendación, quizá bien intencionada, pero sin fundamento, basada en la experiencia individual o en los “buenos resultados personales”.
¡Me dio diabetes de un susto!
En alguna ocasión habremos escuchado decir a alguien: “no comas azúcar o dulce después de un susto o coraje porque te dará diabetes”. Se trata de uno de los mitos más populares y con gran arraigo en la cultura mexicana, usado en tono de broma, pero también de manera seria por integrantes de nuestro círculo social. Eventualmente, algunos pacientes diabéticos dan como explicación que haber experimentado un susto o enojo intenso les causó su enfermedad, lo que da lugar a suponer también que los sustos deben ser tratados (Elizondo, 2023).
Dentro de la etiopatogenia de la DMT2 existe una condición denominada resistencia a la insulina (Mediavilla Bravo, 2002), esto es, que nuestros órganos no responden a la insulina como deberían. La insulina es una hormona (mensajero químico que viaja por la sangre) responsable de permitir el ingreso del azúcar (glucosa) a las células, una baja sensibilidad a la insulina condiciona a un nivel elevado del azúcar en sangre. En respuesta a la insulinorresistencia, el páncreas intenta “corregir” los bajos efecto de la insulina en el cuerpo, produciendo y liberando más insulina. Sin embargo, se establece un círculo vicioso, puesto que, antes de que los tejidos respondan a la insulina se vuelven aún más insensibles a la misma. Un páncreas “agotado en su función” ya no produce insulina y la glucosa se acumula “silenciosamente y peligrosamente” en el torrente sanguíneo.
Pero entonces… ¿dónde quedó el mito del susto? Conviene decir que, cuando un individuo se encuentra ante una situación estresante, su cuerpo libera hormonas catabólicas (es decir, que movilizan energía) y además se activa el sistema nervioso simpático, con la intención de prepararnos físicamente ante una situación de amenaza. Evolutivamente hablando, a esta reacción del organismo se le conoce como respuesta de lucha o huida. Las hormonas que sustentan dicha repuesta de adaptación son la noradrenalina, adrenalina y el cortisol (todas suben el azúcar, son hormonas hiperglucemiantes) que contrarrestan las acciones de la insulina, en otras palabras, no dejan que haga su efecto, se potencia la condición de insulinorresistencia y de exigencia al páncreas (Gómez, 2021)
Un individuo sometido a un estrés emocional o físico de manera crónica estará en una condición de alerta, siempre predispuesto a condiciones amenazantes o adversas, ocasionando un desequilibrio entre la insulina y las hormonas que elevan el azúcar, inclinándose la balanza hacia estas últimas. Conviene decir entonces que un susto o recibir una noticia con una carga emocional intensa representan una condición que sobrepasaría la capacidad de adaptación del individuo. Si añadimos que la persona que se asusta o enoja de sobremanera tiene obesidad, una mala alimentación, duerme poco, es sedentario, fuma y bebe sin moderación, entonces tiene un escenario desfavorable. El susto o coraje no es el responsable de la enfermedad, sino una condición fortuita que exige adaptación a un organismo que metabólicamente es incapaz de repetir o sostener una condición sin consecuencias posteriores. Conviene decir que nunca escaparemos del estrés, pero un sujeto con mejores hábitos de descanso, alimentación y actividad física podrá hacer frente de una mejor manera a condiciones de exigencia física y emocional, y un susto o coraje no representaría el inicio de enfermedad.
Actualmente, se observa una tendencia al uso de plantas medicinales para el tratamiento de la DMT2 (Picasso et al., 2018). Sin embargo, uno de los principales inconvenientes es que el uso de herbolaria tradicional puede interferir con el control terapéutico efectivo en los pacientes diabéticos, quienes incluso suelen llegar a prescindir del tratamiento farmacológico y de los hábitos saludables (Acosta-Recalde et al., 2018).
En el estado de Oaxaca existen al menos 35 especies de plantas usadas para el tratamiento de la DMT2, 24 (68,57 %) de ellas presentan algún estudio donde se comprueba la actividad hipoglucemiante y en 19 (51,42 %) se logró identificar el componente activo (Castro Juárez et al., 2014). No obstante, no es una recomendación profesional el uso de productos herbolarios para el control de la glucosa, ya que no se ha demostrado de manera rigurosa (entiéndase de manera científica) su beneficio y posible perjuicio en diabéticos, (Guía de Práctica Clínica: Guía de Evidencias y Recomendaciones. México, CENETEC; 2021). El talón de Aquiles del uso de herbolaria para el tratamiento de la DMT2 es la falta de conocimiento de una dosis efectiva o la presencia de interacciones farmacológicas, por lo que no sorprende leer en el etiquetado de productos herbolarios envasados, la célebre frase: el empleo de este producto es responsabilidad de quien lo usa y lo recomienda. Conclusión, no suspender el tratamiento farmacológico probado ni abandonar los cambios de hábitos saludables. (Reyes-Castro et al., 2021). Un alto porcentaje de personas en algún momento de la vida han hecho uso de la medicina tradicional, lo que seguramente les habrá proporcionado un sostén psicológico para hacer frente a su padecimiento (Reyes-Castro et al., 2021). Sin embargo, es importante recordar que la DMT2 es una enfermedad que no es curable y que requiere un tratamiento multidisciplinario, cuyo objetivo es garantizar el mejor control de la enfermedad.
En algún momento los pacientes con DMT2 requerirán el empleo ininterrumpido de insulina; sin embargo, muchas personas piensan que su uso es claro indicador, indiscutible, de gravedad de la enfermedad, lo cual no puede estar más alejado de la realidad.
Lo anterior representa otro mito que ha cobrado fuerza en los últimos años. Un estudio realizado en 2019 en el Hospital Central de la Fuerza aérea de Perú describió los principales mitos presentes en personas diabéticas que usan insulina, y una de las declaraciones más prevalentes fue: “la insulina produce complicaciones como ceguera, amputaciones o incluso la muerte”. Hay estudios relacionados con este mito en donde los pacientes evaluados refieren “temer que la insulina pueda arruinar su salud”. A menudo estas creencias derivan de lo acontecido a familiares o amigos con diabetes, y rechazan que la insulina pueda tener beneficios o prevenir mayores complicaciones (Robles et al., 2019). En necesario destacar que, en pacientes diabéticos, poseer una adecuada técnica de administración y dosificación de la insulina tiene beneficios tangibles en la calidad de vida de la persona que vive con diabetes.
Es un temor común entre los pacientes que luego de iniciar el tratamiento con insulina ya no serán independientes, entendiendo que el uso de insulina cambiará radicalmente su vida. Este mito ha se considera como una constante en la población latina (Robles et al., 2019). Como se ha descrito, la insulina es necesaria para que las células del cuerpo puedan ser capaces de captar el azúcar de la sangre y evitar su elevación crónica. Por lo tanto, la administración de insulina (cuando el páncreas produce poca o nada) forma parte del tratamiento de la DMT2 y de su control a largo plazo en aquellos pacientes en los que el beneficio es mayor.
La DMT2 es una enfermedad crónica y degenerativa, de las más prevalentes en México y una con el mayor número de mitos y creencias populares. Es necesario realizar una mayor difusión en diferentes contextos sociales y educativos sobre sus causas, su prevención, su tratamiento y sobre sus consecuencias a la salud. Bajo este panorama, el quehacer de la atención médica en México juega un papel muy relevante para dar garantías de una mejor educación y calidad de vida en nuestra población, y a la vez contrarrestar y disipar las falsas creencias existentes alrededor de esta patología.